NO TE RINDAS. VOS PODÉS.
Hay un momento en el que todos pensamos en largar todo. En el entrenamiento, en el laburo, en cualquier proyecto. Esa sensación de que ya no da para más, que el cuerpo no responde y que la cabeza pide bajar los brazos. Pero la realidad es que ese límite que sentimos no siempre es real: la mayoría de las veces es la mente la que nos frena antes que el cuerpo.
Eso tiene sentido: el cerebro está programado para protegerte, para que no llegues al punto de quiebre. Pero lo que descubrís entrenando es que cuando pensás que no podés más, en realidad todavía queda margen. Y si empujás un poquito más, aunque sea una repetición, un minuto o un paso extra, lo que hacés es crear un nuevo piso. Lo que antes era tu límite ahora pasa a ser tu base. Y así es como avanzás: cada vez más fuerte, cada vez más resiliente.
Una vez escuché una frase, no me acuerdo de quién era, pero decía algo así: "Cuando tenés un porqué, podés soportar cualquier cómo." Me quedó grabada porque resume todo esto. Si tenés claro por qué estás peleando, por qué te levantás cada mañana y por qué vale la pena aguantar ese esfuerzo, el "cómo" —el dolor, la incomodidad, el cansancio— se vuelve soportable.
Y eso conecta directo con la mentalidad. Si pensás que no podés, no vas a poder. Si decidís intentarlo una vez más, aunque duela, aunque estés cansado, le demostrás al cuerpo que sos más fuerte de lo que imaginabas. Esa demostración se acumula, y con cada victoria chiquita se construye confianza.
Siempre hay alguien que cree en vos. Puede ser tu familia, tu pareja, un amigo, tu entrenador. Y en esos días en que estás por largar todo, esa confianza prestada puede ser lo que te empuje a seguir. Pero lo que realmente cambia la historia es cuando vos mismo empezás a creer en vos. Porque nadie puede entrenar por vos, nadie puede hacer la repetición que vos no querés hacer.
Creer en vos no es decirlo al espejo y listo. Es cumplirte. Es aparecer aunque no tengas ganas. Es sostenerte en esos días grises y hacer lo que dijiste que ibas a hacer. Esa coherencia entre lo que pensás, lo que decís y lo que hacés es lo que construye la verdadera confianza.
Y cada vez que superás ese "no puedo más", no solo entrenás el cuerpo: entrenás la cabeza. Te volvés más resiliente porque te probás que podés atravesar la incomodidad. Y lo loco es que cuando después aparece otro obstáculo, ya no lo ves tan imposible, porque sabés que antes también pensaste que no podías… y lo hiciste igual.
La próxima vez que escuches esa voz interna que te dice que aflojes, no la ignores, pero tampoco le hagas caso del todo. Probá un poquito más. Una repetición más, un minuto más, un paso más. Ahí es donde pasa la magia: no porque sea fácil, sino porque ahí es donde se construye la versión de vos que realmente querés ser.
Siempre hay alguien que cree en vos. Ahora es momento de que vos también lo hagas.
No te rindas. Vos podés.